Introducción
Hace pocos días leí un informe de una compañía norteamericana que
administra fondos de inversión que trataba el tema hiperinflaciones (es de acceso libre). La motivación del paper
no tiene nada que ver con Argentina, sino con la discusión en diferentes países
sobre las implicancias de lo que se ha llamado Quantitavie Easing (QE) que, puesto en los términos más sencillos
posibles, es expandir (mucho) la cantidad de dinero, y si esa política podría
sentar las bases de un proceso de inflación creciente, al extremo de una hiper.
No comparto la visión del analista, e incluso cualquier lector
sudamericano se daría cuenta que por estos lados nunca se produjo una
hiperinflación por caídas abruptas en la oferta (asociado a guerras
generalmente), sino más por los fenómenos que descarta, especialmente el
financiamiento del gasto público vía impresión de dinero.
Mi visión sobre lo que causa una hiperinflación, o su hermana menor la
alta inflación, es un doble problema de demanda: el que recibe dinero en pago,
considera que ese dinero no es valioso (cae la demanda de dinero) y hace lo
posible por deshacerse de él (sube la demanda de bienes).
Cuál es la diferencia entre inflación e hiperinflación? El tamaño de la
suba. En lo personal, no creo que haya diferencias cualitativas entre un caso y
otro, sino cuantitativas. Dada la problemática local con la persistencia de la
inflación en estos “últimos” 6 años…, creo que es un buen punto para analizar,
desde lo conceptual, lo teórico y lo fáctico.
Lo conceptual
Arranquemos por la definición de manual de inflación: suba generalizada
y sostenida de los precios durante un período de tiempo. Es decir, nos plantea
tres situaciones claras y concurrentes: una tiene que ver con la difusión de
las variaciones de precios, esto es, que tienen que estar subiendo una gran
cantidad de precios, y no solo algunos casos puntuales. Esto descartaría lo que
se denominan ajustes en precios relativos, concepto importantísimo para la
economía, porque son este tipo de cambios los que determinarían las decisiones
de reubicación del capital, por ejemplo. A modo de ejemplo, en los últimos años
subieron más los commodities que las manufacturas, por cuestiones
estructurales, dando lugar a cambios en la relación de precios entre estos
productos. Si miramos estadísticas de inversión, veremos que la misma ha sido
mayor en los sectores productores de los primeros que de los segundos.
Aclaración importantísima: cuando hablamos de precios, hablamos del
precio de un bien medido en términos monetarios. Como siempre les digo a mis
alumnos: un litro de nafta vale siempre un litro de nafta, lo que puede cambiar
es cuántos pesos tengo que canjear por un litro.
El segundo componente de la definición es la persistencia. Esto es, no
es suficiente que el precio de las cosas suba una vez para que tengamos que
hablar de inflación, sino que se tiene que dar como fenómeno repetido.
En tercer lugar, y bastante ligado al concepto de persistencia, está la
dimensión temporal. Acá creo que hace falta un paso más “técnico” para aclarar
la idea. Los productos que consumimos pueden tener algo que se llama
estacionalidad, muy claro en el caso de las frutas, verduras, ropa, turismo,
por ejemplo. Estos productos “estacionales”, suben y bajan en momentos más o
menos sabidos (la ropa sube cuando está por comenzar la temporada nueva
(septiembre y marzo, por ejemplo), y baja con las liquidaciones de fin de
temporada (agosto y febrero). Por lo que la dimensión temporal a que hacemos
referencia, tiene más que ver con que estos productos estacionales continúen
subiendo fuera de la etapa característicamente alcista.
Qué sería una hiperinflación? Una suba generalizada y sostenida de los
precios durante un período de tiempo. Cuál es la diferencia, entonces? El
tamaño de la suba. En lo personal, no creo que haya diferencias cualitativas
entre un caso y otro, sino cuantitativas, y sobre esto voy a ahondar en esta
nota.
Lo teórico
Cómo diferenciamos suba de precios de inflación? Que un precio suba no
es suficiente para que eso sea inflación, como ya definimos. También falta que
esa suba sea convalidad por el consumidor. Si soy un vendedor y por el motivo
que sea, subo mis precios, todavía falta que la gente me compre, si nadie me
compra, seguramente me veré en la necesidad de retrotraer los precios. Al final
de cuentas, no hay inflación.
Para no complicar las cosas en extremo, y caer en la historia del huevo
y la gallina, la idea es que los precios suben porque hay movimientos entre la
oferta y la demanda que así lo determinan. La inflación sería a su vez, que los
movimientos en la demanda de consumo son persistentemente mayores que los de la
oferta. Una hiper, sería que ese desplazamiento se va acelerando
progresivamente.
Para ser más correcto, puede ser también el caso que la demanda no esté
creciendo, pero que la oferta esté cayendo (les suena carne vacuna?). Y acá es
fundamental el tema persistencia de las subas. Si tengo una mala cosecha, puedo
esperar que los precios agrícolas suban, hasta que llega la próxima cosecha,
que de ser normal, corregiría los precios a la baja, y no sería apropiado
hablar de inflación en la suba o deflación en la baja.
Otro punto completamente relevante al momento de discutir temas
relacionados con inflación es la moneda. Como recordaba el gran economista
Irving Fisher: “no es que los precios suben, sino que lo que cae es el valor de
la moneda en que se miden lo precios”. Es decir, un proceso inflacionario es
aquel en el que el dinero va perdiendo valor. Por lo que, más allá de lo que
muchos economistas tratan de sostener, la inflación es completamente y
únicamente un problema monetario.
Lo fáctico
Hoy el sistema monetario en Argentina, y la gran mayoría de los países
del mundo, es lo que se llama dinero fiduciario. Es decir, la moneda vale por
la confianza que los ciudadanos tienen en la unidad monetaria. Si tenemos más
confianza en una moneda que en otra, esta se revaluará respecto de la otra, o a
la inversa, se depreciará.
Qué pasa cuando uno pierde la confianza en, digamos, el peso? Hace todo
lo posible por deshacerse de los pesos que tiene: los gasta o los trata de
convertir a algún otro activo financiero (plazo fijo, moneda extranjera, bonos,
acciones). El efecto, en uno u otro caso, es el mismo, el peso pierde valor, o
en lenguaje corriente, hay inflación. Cuando hay una hiperinflación? Cuando la
gente huye despavorida de la moneda local.
Entonces, qué puede motivar la pérdida de valor de la moneda? Está claro
que con un sistema de moneda papel, donde en todo el mundo los billetes son más
o menos iguales (papel pintado), la moneda no pierde valor de forma intrínseca.
Como dije en la introducción, la inflación es un problema cuantitativo: si hay
demasiado dinero (la oferta es mayor a la demanda), su valor va a caer.
En Estados Unidos, el QE implicó una triplicación de la cantidad de moneda
en circulación, pero los precios no se movieron más que 2% al año en promedio.
En Argentina, la cantidad de moneda en circulación se triplicó también, y los
precios se movieron en promedio más de 20% al año. Por qué la diferencia? Una
es técnica y suele escapar a la discusión del tema. Lo relevante para la
inflación es la cantidad de medios de pagos que hay en la economía (no solo los
billetes, sino también cuentas a la vista). Por esto, un indicador más
apropiado de evolución de la cantidad de dinero es lo que se llama agregado
monetario M2. Si comparamos estos indicadores, la realidad es muy diferente:
Tabla 1: Variación en agregados
monetarios – 2013-2007
Es decir, la cantidad de dinero para realizar transacciones creció menos
de 50% en EEUU, y en Argentina se multiplicó por 2,5. A qué responde esta
diferencia sustancial? A la confianza en que las autoridades están haciendo lo
correcto, y que por más que impriman a dos manos, se van a tomar todas las
medidas necesarias para que la inflación no se descontrole. Si es así, si creo
que se hace lo correcto con la política monetaria, no trato de deshacerme del
dinero, sea comprando bienes o activos denominados en otra moneda.
Otra diferencia más que significativa es el rol internacional del Dólar
como moneda de reserva, es decir, como refugio para todo el mundo, lo que
plantea una demanda de dólares muy sostenida, que en estos últimos años de
turbulencia económica internacional, con el Euro con muchos problemas, y el Yen
sin conformar como reserva de valor, siguió siendo tomado como el refugio
monetario más seguro (o el menos malo)
Pero volviendo a nuestros pagos, creo que de hecho, la única medida
“acertada”, por poner algún adjetivo que es en exceso bondadoso, fue el cepo.
Sin cepo, tal vez hoy no estaríamos hablando de la posibilidad de un desborde
inflacionario, sino que lo estaríamos viviendo. Sin embargo, no es una política
correcta porque no estoy dando solución al problema de fondo, sino estoy limitando
las opciones para huir del Peso, en lugar de ponerle confianza al Peso.
El crecimiento en la cantidad de moneda lo determina el Banco Central
pura y exclusivamente: es el único con poder de emisión (también es el que
puede hacer que los bancos presten más o menos por medio de su poder de
regulador, que en Argentina hoy está exacerbado por motivos que no vienen al
caso).
En los últimos años la inyección de billetes (base monetaria) es para
financiar el gasto del gobierno nacional, tal como se puede ver en la Tabla 2.
Esto quiere decir que el Gobierno Nacional gasta más de lo que son sus
ingresos, y para pagarlo le pide al Banco Central que le de billetes (de paso
aclaro que es el único ejecutivo de nuestro país que puede hacer esto, las
provincias y municipios si quieren gastar más de lo que les ingresa, tienen que
pagar un interés).
Tabla 2: Composición del
crecimiento de la Base Monetaria en Argentina
En la última columna de la tabla es ve de forma clara que salvo el
Gobierno, el resto de la sociedad en conjunto no quiere tener tantos billetes
en su poder como el Banco Central está generando.
Concluyendo
La primera cuestión que creo debemos asumir todos es que la inflación es
un fenómeno exclusivamente monetario: es la pérdida de valor de la moneda
relativo a los bienes que hay en una economía.
En este sentido, si la cantidad de dinero que hay disponible para
comprar bienes, crece más rápido que la cantidad de bienes, enfrentaremos dos
posibilidades: inflación o salida hacia otros activos, como el Dólar, y se me
deprecia la moneda contra la de otros países (que luego podría, o no, generar
impacto inflacionario). Lo que decía Friedman en una famosa frase: “demasiado
dinero persiguiendo pocos bienes”
Mientras haya una persistencia en la emisión de dinero para financiar el
gasto público, se producirá el aumento en la demanda más rápido que en la
oferta de bienes, y su contracara, el aumento en la oferta de dinero con caída
en su demanda. La suma de esto es el doble problema de demanda, hecho clave
para explicar proceso inflacionarios.