miércoles, 28 de agosto de 2013

Impuesto a las ganancias

Reclamo reiterado de trabajadores, recogido politicamente por algunos sectores, es el relacionado con el pago del impuesto a las ganancias de la cuarta categoria, constituída por las rentas del trabajo personal.
El Decreto 649 del año 1997 es la referencia básica de dicho impuesto, el cual recibió modificaciones de las más variadas hasta la actualidad.
Aquel texto original incluía una serie de deducciones sobre los ingresos laborales y una escala de pago, con alícuotas crecientes por tramos de ganancia determinada.
Asimismo, se incluía el ajuste automático de estos conceptos por la evolución del índice de precios internos mayoristas (IPIM) que elabora el INDEC.
Ante la nueva modificación de las deducciones, y las nuevas multiplicidades de situaciones y arbitrariedades que implican el Decreto 1242/2013, aquí va un comparativo de diferentes sueldos y ajustes, como para ver la generosidad del Gobierno, que nos la recordará mediante una leyenda que diga: “Remuneración y/o Haber no sujeto al Impuesto a las Ganancias - Beneficio Decreto PEN 1242/2013”


La tabla muestra muchas particularidades, la más obvia y favorable para esta nueva iniciativa es que gente que hasta ahora hubiera tenido que pagar impuestos por más de $7000, a partir de septiembre no tendrá que pagar más (todavía no me queda claro si la modificación es para todo el año, por lo que habrá que devolver a quienes tengan salarios brutos menores a $15.000, o aplica hacia adelante).
La segunda obviedad, muy mala creo, es que si en lugar de tener un sueldo bruto de $15000, tengo uno de $15001, tengo que pagar casi $3500, es decir, a mi bolsillo llegarán $300 menos por mes que al que tiene un recibo de sueldo con $1 menos...
Esto se repite entre quienes tienen sueldos brutos de $25000 y $25001, pero en este caso la diferencia de bolsillo rondaría los $500.
En la última línea de la tabla se consigna una estimación del pago de impuesto que habría que realizar si se hubiera respetado el texto original de la ley, es decir, si se hubieran realizado los ajustes de las deducciones y de los tramos del impuesto.
De ahí surgen varias obviedades más. La primera es que efectivamente se estaría mejorando la situación hoy de los que ganan hasta $15000, pero también, se ve que el subsidio ha sido del asalariado hacia el Gobierno estos años, ya que la cantidad que hubiera tenido que pagar sería mucho más baja que la vigente hasta ayer.
Es más, en el caso de los asalariados que se ubican por arriba de los $15000 brutos, hoy se les está cobrando mucho más de lo que la ley original estipulaba.
Resulta que ahora, parece que hay que agradecer al Gobierno que nos devuelva parte de lo que se lleva por la no aplicación de las leyes y la inflación.

martes, 27 de agosto de 2013

Otra vuelta más

La saga del canje de deuda tuvo en estos días un capítulo más, todo dentro de lo esperable (casi digo razonable... pero por estos pagos, la racionalidad hace rato que escasea).

La justicia norteamericana insiste en su posición que a las deudas hay que pagarlas, y por estos lados se insiste con que eso no es correcto.

El fallo incluye una larga lista de argumentos esgrimidos por la defensa argentina, que fueron rebatidos uno a uno por la Corte de Apelaciones, con el agravante que pone al país cerca del desacato cuando cita las declaraciones de funcionarios nacionales (la Presidente y el Ministro de Economía) sosteniendo que no se va a acatar el fallo.

Lo que dice la Corte es que la propuesta que hizo Argentina no fue suficiente, y esa oferta era dar a los acreedores en litigio los mismos títulos que recibieron aquellos que entraron al canje en 2005 y 2010, o sea lo mismo que reabrir el canje.

Ante esa resolución judicial, el Gobierno Argentino redobla la apuesta y reabre el canje, es decir, vuelve a proponer a los acreedores que no aceptaron en su oportunidad las ofertas, lo mismo que la justicia norteamericana manifestó como insuficiente.

A esto hay que sumar un agravante más, la idea de cambiar la jurisdicción de los títulos, esto es, actualmente hay títulos emitidos con legislación en Estados Unidos (por eso el juicio en ese país), y se los cambiaría por unos con igual característica financiera, pero con ley argentina. Esto busca evitar que en la próxima etapa del litigio en EEUU, se de lugar a la sentencia del juez Griesa, que obliga al Bank of New York a retener los fondos que se depositen para el pago de deuda regular, para cumplir también con los acreedores en litigio.

Este paso, a mi entender, es una señal de que Argentina no va a acatar el fallo de la justicia norteamericana, por lo que es de esperar que haya consecuencias legales y económicas. En las primeras, nuevas olas de embargos sobre todo activo del Estado argentino. En las económicas, un freno a los créditos de los organismos multilaterales (que si bien no son algo significativo en la actualidad, sí son lo único que consigue el Gobierno como financiamiento en dólares), sanciones en foros internacionales (una salida del G20, tal vez?).

Lamentablemente, como siempre sucede, las malas decisiones de política tienen impacto sobre la sociedad en su conjunto. En esta ocasión, la necedad de creer que la justicia en todo el mundo se comporta al gusto de nuestros dirigentes, nos llevará a un creciente aislamiento económico, justamente cuando el mundo está luchando por ir en la dirección opuesta.

jueves, 22 de agosto de 2013

Cuál es el riesgo de la inflación?


Introducción

Hace pocos días leí un informe de una compañía norteamericana que administra fondos de inversión que trataba el tema hiperinflaciones (es de acceso libre). La motivación del paper no tiene nada que ver con Argentina, sino con la discusión en diferentes países sobre las implicancias de lo que se ha llamado Quantitavie Easing (QE) que, puesto en los términos más sencillos posibles, es expandir (mucho) la cantidad de dinero, y si esa política podría sentar las bases de un proceso de inflación creciente, al extremo de una hiper.
No comparto la visión del analista, e incluso cualquier lector sudamericano se daría cuenta que por estos lados nunca se produjo una hiperinflación por caídas abruptas en la oferta (asociado a guerras generalmente), sino más por los fenómenos que descarta, especialmente el financiamiento del gasto público vía impresión de dinero.
Mi visión sobre lo que causa una hiperinflación, o su hermana menor la alta inflación, es un doble problema de demanda: el que recibe dinero en pago, considera que ese dinero no es valioso (cae la demanda de dinero) y hace lo posible por deshacerse de él (sube la demanda de bienes).
Cuál es la diferencia entre inflación e hiperinflación? El tamaño de la suba. En lo personal, no creo que haya diferencias cualitativas entre un caso y otro, sino cuantitativas. Dada la problemática local con la persistencia de la inflación en estos “últimos” 6 años…, creo que es un buen punto para analizar, desde lo conceptual, lo teórico y lo fáctico.

Lo conceptual

Arranquemos por la definición de manual de inflación: suba generalizada y sostenida de los precios durante un período de tiempo. Es decir, nos plantea tres situaciones claras y concurrentes: una tiene que ver con la difusión de las variaciones de precios, esto es, que tienen que estar subiendo una gran cantidad de precios, y no solo algunos casos puntuales. Esto descartaría lo que se denominan ajustes en precios relativos, concepto importantísimo para la economía, porque son este tipo de cambios los que determinarían las decisiones de reubicación del capital, por ejemplo. A modo de ejemplo, en los últimos años subieron más los commodities que las manufacturas, por cuestiones estructurales, dando lugar a cambios en la relación de precios entre estos productos. Si miramos estadísticas de inversión, veremos que la misma ha sido mayor en los sectores productores de los primeros que de los segundos.
Aclaración importantísima: cuando hablamos de precios, hablamos del precio de un bien medido en términos monetarios. Como siempre les digo a mis alumnos: un litro de nafta vale siempre un litro de nafta, lo que puede cambiar es cuántos pesos tengo que canjear por un litro.
El segundo componente de la definición es la persistencia. Esto es, no es suficiente que el precio de las cosas suba una vez para que tengamos que hablar de inflación, sino que se tiene que dar como fenómeno repetido.
En tercer lugar, y bastante ligado al concepto de persistencia, está la dimensión temporal. Acá creo que hace falta un paso más “técnico” para aclarar la idea. Los productos que consumimos pueden tener algo que se llama estacionalidad, muy claro en el caso de las frutas, verduras, ropa, turismo, por ejemplo. Estos productos “estacionales”, suben y bajan en momentos más o menos sabidos (la ropa sube cuando está por comenzar la temporada nueva (septiembre y marzo, por ejemplo), y baja con las liquidaciones de fin de temporada (agosto y febrero). Por lo que la dimensión temporal a que hacemos referencia, tiene más que ver con que estos productos estacionales continúen subiendo fuera de la etapa característicamente alcista.
Qué sería una hiperinflación? Una suba generalizada y sostenida de los precios durante un período de tiempo. Cuál es la diferencia, entonces? El tamaño de la suba. En lo personal, no creo que haya diferencias cualitativas entre un caso y otro, sino cuantitativas, y sobre esto voy a ahondar en esta nota.

Lo teórico

Cómo diferenciamos suba de precios de inflación? Que un precio suba no es suficiente para que eso sea inflación, como ya definimos. También falta que esa suba sea convalidad por el consumidor. Si soy un vendedor y por el motivo que sea, subo mis precios, todavía falta que la gente me compre, si nadie me compra, seguramente me veré en la necesidad de retrotraer los precios. Al final de cuentas, no hay inflación.
Para no complicar las cosas en extremo, y caer en la historia del huevo y la gallina, la idea es que los precios suben porque hay movimientos entre la oferta y la demanda que así lo determinan. La inflación sería a su vez, que los movimientos en la demanda de consumo son persistentemente mayores que los de la oferta. Una hiper, sería que ese desplazamiento se va acelerando progresivamente.
Para ser más correcto, puede ser también el caso que la demanda no esté creciendo, pero que la oferta esté cayendo (les suena carne vacuna?). Y acá es fundamental el tema persistencia de las subas. Si tengo una mala cosecha, puedo esperar que los precios agrícolas suban, hasta que llega la próxima cosecha, que de ser normal, corregiría los precios a la baja, y no sería apropiado hablar de inflación en la suba o deflación en la baja.
Otro punto completamente relevante al momento de discutir temas relacionados con inflación es la moneda. Como recordaba el gran economista Irving Fisher: “no es que los precios suben, sino que lo que cae es el valor de la moneda en que se miden lo precios”. Es decir, un proceso inflacionario es aquel en el que el dinero va perdiendo valor. Por lo que, más allá de lo que muchos economistas tratan de sostener, la inflación es completamente y únicamente un problema monetario.

Lo fáctico

Hoy el sistema monetario en Argentina, y la gran mayoría de los países del mundo, es lo que se llama dinero fiduciario. Es decir, la moneda vale por la confianza que los ciudadanos tienen en la unidad monetaria. Si tenemos más confianza en una moneda que en otra, esta se revaluará respecto de la otra, o a la inversa, se depreciará.
Qué pasa cuando uno pierde la confianza en, digamos, el peso? Hace todo lo posible por deshacerse de los pesos que tiene: los gasta o los trata de convertir a algún otro activo financiero (plazo fijo, moneda extranjera, bonos, acciones). El efecto, en uno u otro caso, es el mismo, el peso pierde valor, o en lenguaje corriente, hay inflación. Cuando hay una hiperinflación? Cuando la gente huye despavorida de la moneda local.
Entonces, qué puede motivar la pérdida de valor de la moneda? Está claro que con un sistema de moneda papel, donde en todo el mundo los billetes son más o menos iguales (papel pintado), la moneda no pierde valor de forma intrínseca. Como dije en la introducción, la inflación es un problema cuantitativo: si hay demasiado dinero (la oferta es mayor a la demanda), su valor va a caer.
En Estados Unidos, el QE implicó una triplicación de la cantidad de moneda en circulación, pero los precios no se movieron más que 2% al año en promedio. En Argentina, la cantidad de moneda en circulación se triplicó también, y los precios se movieron en promedio más de 20% al año. Por qué la diferencia? Una es técnica y suele escapar a la discusión del tema. Lo relevante para la inflación es la cantidad de medios de pagos que hay en la economía (no solo los billetes, sino también cuentas a la vista). Por esto, un indicador más apropiado de evolución de la cantidad de dinero es lo que se llama agregado monetario M2. Si comparamos estos indicadores, la realidad es muy diferente:
Tabla 1: Variación en agregados monetarios – 2013-2007



Es decir, la cantidad de dinero para realizar transacciones creció menos de 50% en EEUU, y en Argentina se multiplicó por 2,5. A qué responde esta diferencia sustancial? A la confianza en que las autoridades están haciendo lo correcto, y que por más que impriman a dos manos, se van a tomar todas las medidas necesarias para que la inflación no se descontrole. Si es así, si creo que se hace lo correcto con la política monetaria, no trato de deshacerme del dinero, sea comprando bienes o activos denominados en otra moneda.
Otra diferencia más que significativa es el rol internacional del Dólar como moneda de reserva, es decir, como refugio para todo el mundo, lo que plantea una demanda de dólares muy sostenida, que en estos últimos años de turbulencia económica internacional, con el Euro con muchos problemas, y el Yen sin conformar como reserva de valor, siguió siendo tomado como el refugio monetario más seguro (o el menos malo)
Pero volviendo a nuestros pagos, creo que de hecho, la única medida “acertada”, por poner algún adjetivo que es en exceso bondadoso, fue el cepo. Sin cepo, tal vez hoy no estaríamos hablando de la posibilidad de un desborde inflacionario, sino que lo estaríamos viviendo. Sin embargo, no es una política correcta porque no estoy dando solución al problema de fondo, sino estoy limitando las opciones para huir del Peso, en lugar de ponerle confianza al Peso.
El crecimiento en la cantidad de moneda lo determina el Banco Central pura y exclusivamente: es el único con poder de emisión (también es el que puede hacer que los bancos presten más o menos por medio de su poder de regulador, que en Argentina hoy está exacerbado por motivos que no vienen al caso).
En los últimos años la inyección de billetes (base monetaria) es para financiar el gasto del gobierno nacional, tal como se puede ver en la Tabla 2. Esto quiere decir que el Gobierno Nacional gasta más de lo que son sus ingresos, y para pagarlo le pide al Banco Central que le de billetes (de paso aclaro que es el único ejecutivo de nuestro país que puede hacer esto, las provincias y municipios si quieren gastar más de lo que les ingresa, tienen que pagar un interés).
Tabla 2: Composición del crecimiento de la Base Monetaria en Argentina
En la última columna de la tabla es ve de forma clara que salvo el Gobierno, el resto de la sociedad en conjunto no quiere tener tantos billetes en su poder como el Banco Central está generando.

Concluyendo

La primera cuestión que creo debemos asumir todos es que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario: es la pérdida de valor de la moneda relativo a los bienes que hay en una economía.
En este sentido, si la cantidad de dinero que hay disponible para comprar bienes, crece más rápido que la cantidad de bienes, enfrentaremos dos posibilidades: inflación o salida hacia otros activos, como el Dólar, y se me deprecia la moneda contra la de otros países (que luego podría, o no, generar impacto inflacionario). Lo que decía Friedman en una famosa frase: “demasiado dinero persiguiendo pocos bienes”
Mientras haya una persistencia en la emisión de dinero para financiar el gasto público, se producirá el aumento en la demanda más rápido que en la oferta de bienes, y su contracara, el aumento en la oferta de dinero con caída en su demanda. La suma de esto es el doble problema de demanda, hecho clave para explicar proceso inflacionarios.