lunes, 30 de mayo de 2011

El modelo "NaPo" segunda parte (nunca fueron buenas…)

Dejé el “Po” para una segunda parte porque resulta más complicado de expresar, y es muchísimo más polémico. En primer lugar, encontrar una definición del concepto “Popular” en un programa de gobierno es sustancialmente difícil. Para empezar, uno podría ser simplista y manifestar que cualquier Presidente electo, tiene mandato popular, ergo, su programa de gobierno es “Po”.

Sin embargo, cualquiera sobreentiende que no es justamente este tipo de “popularidad”, sino más bien “populismo” a lo que refieren los sostenedores del que denominan modelo “NaPo”. Bajo ninguna circunstancia quiero significar que son mutuamente excluyentes, muy por el contrario, en muchas ocasiones de la historia argentina estos dos conceptos han coincidido, como también creo que se da hoy.

Entonces, definamos el ideario populista. Para esto voy a evitar el uso de palabras propias y transcribiré los dichos de oficiosos oficiales públicos (así como en la exposición de cifras me remito exclusivamente a la información oficial, para evitar que se me acuse de manipulación). Para esto basta releer una entrevista publicada hace ya casi un mes en la revista Debate, donde el Vice Ministro de Economía de la Nación explica en extenso esto. De paso, también arroja pistas sobre el futuro económico del país en caso que el actual gobierno continúe.

“…fueron impedidos esquemas de apropiación de excedentes rápidos; unos por la valorización financiera y otros dos por gozar de un mercado monopólico. Esto no quiere decir que el Estado se oponga a la rentabilidad de las empresas. Pero sí se opone a la apropiación indebida de excedentes rápidos y sin la contracara de lo que supondría un capitalismo con un Estado fuerte.”
“Básicamente, el denominador común de estos casos es ejercer un mayor control a la sobrerrenta indebida. Es lo mismo que ocurrió con las retenciones agropecuarias.
“El populismo -al que muchos critican- debería radicalizarse. Uno de los problemas del populismo es que no era sustentable, ya que no podía apropiarse de factores de renta importantes. Esto es lo que cambió. Un proceso de estas características necesariamente debería profundizarse. Ganada la batalla cultural contra los medios, y con un posible triunfo electoral en ciernes, no tenés límites.”

Otras líneas que recomiendo leer sobre el mismo tema, y con la misma concepción, están en otra nota de la misma revista, escrita por Edgardo Mocca. Esencialmente, el populismo alla Feletti entiendo que es apropiarse de la renta empresaria y repartirla con algún criterio socialmente beneficioso. Esto tomado linealmente no parece un problema.

Ah!! Me olvidaba que existe algo que se llama Impuesto a las Ganancias que implica que 35% de lo que ganan las empresas ya se lo lleva el Estado. Es decir que el Estado ya es un socio sobre la tercera parte de los resultados, siempre que la empresa gane.

Por otro lado, con el 65% restante de las utilidades, las empresas deben llevar adelante las inversiones necesarias para mantener el crecimiento del negocio, siempre y cuando los socios lo consideren apropiado. Por eso, no sería raro que si avanzan los conceptos de apropiación del excedente entremos en un proceso de caída en la inversión productiva privada.

De hecho, desde hace unos años se da esta situación y en parte su reflejo más obvio es la inflación (la que quieran la oficial entorno al 10% o las privadas que la duplican).

Vale decir, que se genera un proceso de descapitalización de la economía, en el cual los excedentes se van achicando. Acompaño un gráfico de una presentación del Dr Heymann, donde queda muy claro esto.

Algo básico y fundamental, que bien tiene en claro Feletti según su exposición, es que para que se pueda repartir la torta, primero tiene que existir. Ahora lo que no parece estar muy claro en este concepto populista es que, si no dejamos crecer la torta, o simplemente hacemos el esfuerzo para que se preserve del mismo tamaño, será muy difícil que se sostenga un esquema basado en el reparto de excedentes que dejan de existir.

Como manifiesta de manera brillantemente clara Adolfo Canitrot en su artículo de la Revista Desarrollo Económico, Vol. 15, No. 59. (Oct. - Dec., 1975), pp. 331-351. “La experiencia populista de redistribución del ingreso”:

“El conflicto entre distribución y acumulación o, en otras palabras, el conflicto entre salarios y beneficios, rige en situación de máximo empleo. Cuando hay recursos y trabajadores ociosos, la expansión de la actividad económica puede hacerse favoreciendo tanto salarios como beneficios industriales.
Es esta doble situación la que hace posible, y a la vez limita, la política populista. La alianza política del populismo nace en la recesión y se propone un programa expansivo. Asalariados y burguesía industrial tienen entonces intereses complementarios, mientras los empresarios rurales quedan en la oposición. El éxito del programa destruye el elemento constitutivo de la alianza. Al aproximarse a pleno empleo, los intereses conflictivos reemplazan a los complementarios. El conflicto se hace muy intenso porque se desarrolla en medio de un contexto inflacionario explosivo, que es resultante de utilizar el incremento de salarios como instrumento de expansión de la demanda. En menor o mayor plazo la alianza se destruye, la burguesía industrial se inclina hacia una nueva alianza con la burguesía rural, el populismo termina enredado en sus propias contradicciones y nuevo programa de orden y recesión emerge.”

Qué más se puede decir?

Para el que quiera números, habrá una próxima nota con más "info" y menos "letra".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Impecable! Un hallazgo la cita de Canitrot!
Abrazo, gigante
DD